Dilema obstétrico: una lucha de evolución del cerebro







La evolución de la pelvis de la mujer contiene un interesante misterio no resuelto: el dilema obstétrico: ¿Por qué la pelvis de la mujer es como es y no está preparada para partos más fáciles?
Este dilema parte de dos hechos evolutivos, al parecer, en directa confrontación si se observa ante el siempre curioso escenario que dispone la Selección Natural. Por un lado, según algunas teorías, una pelvis estrecha facilita la locomoción bípeda. Por otro, una pelvis estrecha dificulta el parto. Y por otro lado más, una pelvis pequeña limita el tamaño craneal de nacimiento para la especie, y el tamaño craneal limita el desarrollo cerebral. Y nuestra especie es una “experta” en esto de desarrollo cerebral. El dilema obstétrico está servido. ¿Qué “fuerzas” evolutivas se enfrentan como para que la pelvis femenina sea como es, a pesar de cómo complica el parto?
Lo complicado del parto humano en comparación con otras especies
El parto humano es largo y tremendamente doloroso en comparación con otras especies, incluidos otros primates. Dura de media unas 9 horas frente a las dos horas que suelen durar los partos de otros grandes simios, los cuales no necesitan asistencia de otros de su especie.
La principal dificultad a la que se enfrenta una mujer durante el parto es la de sacar a luz la cabeza de su hijo de unos 35 centímetros de diámetro, igualada con el diámetro del torso (o a veces incluso mayor). En esta imagen podemos ver en comparación con otros primates la dificultad a la que se enfrenta una mujer parturienta a pesar de que en la fase previa a la expulsión del bebé su cuello uterino se ha dilatado unos 10 centímetros.
Además, no es un proceso que permita a la madre parturienta seguir una vida normal. El fin de la gestación, el parto humano supone, de media, 9 horas de sufrimiento, paralización y, en definitiva, indefensión sonora. ¿Cómo puede haber seleccionado la naturaleza algo así para nuestra especie? Durante ese tiempo, los gritos de la parturienta y su completa incapacidad para defenderse, sumados al olor de la sangre y resto de líquidos, la mujer resulta una presa fácil si no contamos con un entorno protector como el actual. Obliga al grupo a estar pendiente del proceso. Muy “desadaptativo” el proceso que da origen a una nueva vida. No es extraño preguntarnos cómo por Selección Natural pudimos quedar configurados así.
Dilema obstétrico: límites al desarrollo cerebral
El hecho de que nuestra especie bípeda necesite pelvis más pequeñas que las de otros simios choca de frente con nuestra dotación de un cerebro mayor. Nuestro bipedalismo y la evolución de nuestro encéfalo se enfrentan directamente, obligando a que el porcentaje de desarrollo alcanzado en el útero sea menor en comparación con, por ejemplo, los chimpancés: ellos alcanzan en torno al 40-50% del desarrollo cerebral dentro del útero, nosotros llegamos tan sólo al 25%-30% (puedes verlo gráficamente en “Crecimiento del cerebro: Despacio es mejor“.
Nacemos más inacabados que otras especies, indefensos y necesitados de un periodo largo de cuidados sin los que moriríamos.
Dos hipótesis enfrentadas para explicar el dilema obstétrico
La hipótesis obstétrica sitúa el enfrentamiento y la necesidad de equilibrio evolutivo entre la locomoción y la capacidad de tener bebés. Postula que la evolución nos condujo a este camino pero nos sirvió una solución de mínimos y máximos. La Selección Natural, “confabuló” para que el desarrollo uterino del ser humano se detuviese en el momento en que el tamaño del cráneo era lo suficientemente pequeño para caber todavía por el conducto uterino y las caderas sin causar daños para sí mismo ni para la madre, pero a la vez en un punto en que era lo más grande posible. Es decir, esta hipótesis sostiene que la selección natural trata de maximizar el tiempo en el útero (tiempo de desarrollo y protección para el niño) pero sólo hasta el punto en que este es viable: el cráneo crece todo lo que es capaz de caber por el cuello uterino, aunque el proceso sea dolorosísimo. A su vez, el ancho de la pelvis femenina es una solución que sirve tanto para que el parto sea viable a la vez que nuestra locomoción.
Según esta hipótesis, el tamaño craneal del niño se adaptó al diámetro de la pelvis que necesitaba la madre para mantener su locomoción bípeda sin acarrear problemas de supervivencia.
Pero la anterior hipótesis se enfrenta a un problema: estudios han demostrado que el mayor ancho de pelvis en la mujer y que una pelvis ancha no se relaciona de manera indirecta con el bipedalismo eficiente.
Entonces, ¿dónde está el límite? Si podrían haber sido seleccionadas caderas mucho más anchas sin interferir en el bipedalismo de la mujer, ¿por qué no se seleccionaron?
La hipótesis energética enfrenta estas cuestiones al rechazar esta idea del límite establecido por el ancho de las caderas de una humana parturienta y establece el límite en otro punto: en el punto a partir del cual la madre no puede seguir alimentando al bebé sin que suponga riesgo para su propia supervivencia, es decir, la energía que la madre puede proporcionarle al feto.
Esta hipótesis sitúa el enfrentamiento evolutivo del dilema obstétrico entre las necesidades energéticas del feto y la capacidad de la madre de suplirlas. Considera al bebé como un parásito (sin connotaciones negativas) que está creciendo en el interior de la madre durante la gestación. Teniendo en cuenta que cuanto más crece el bebé y en concreto su cerebro más nutrientes necesita para su correcto funcionamiento, el punto de inflexión llega cuando el niño ha crecido hasta un punto que deja de ser sostenible por parte del metabolismo de la madre, por lo que debe expulsarlo o ambos morirán.
Es decir, la hipótesis energética rechaza la idea de que el tamaño craneal del que va a nacer se haya adaptado a la pelvis materna y postula que el tamaño de la pelvis se ha adaptado de forma suficiente al tamaño del encéfalo posible.
Esta hipótesis, a la vez, permite que intervengan otros factores que pueden dejar a la Selección Natural como una unión de fuerzas “más bondadosa” y explicar por qué el parto ha ido creciendo en dificultad en nuestra especie: puede que en el pasado los seres humanos nacían incluso menos desarrollados debido a deficiencias dietarias de la madre, por lo que el parto era más sencillo y el diámetro craneal del bebé no resultaba tan justo para el diámetro del canal pélvico. La dificultad del parto humano pudo llegar de la mano del desarrollo de la agricultura, la ganadería y la muy posterior sociedad industrial.
Sea por diámetro craneal o por necesidades energéticas (o por ambas, pues van de la mano hasta cierto punto), si el bebé humano alcanzase dentro del útero ese 40-50% del desarrollo cerebral que consiguen otras especies próximas en vez de “quedarse” en el 30%, el término de la gestación y el parto serían fenómenos imposibles. Hay que considerar que al año de vida, la cabeza de un ser humano ha alcanzado aproximadamente el 80% de su tamaño total del que dispondrá el resto de sus días, es decir, de un cráneo adulto. El crecimiento postparto es rápido y exponencial. Si esto ocurriese como parte de la gestación, dentro de la madre, tendría consecuencias catastróficas o requeriría unas estructuras biológicas costosas: un ancho de caderas mucho mayor que entorpecería nuestro movimiento y un cuerpo capaz de albergar energía para dos cerebros.
Nacemos “antes de tiempo” y con tremendo dolor y sufrimiento. Un precio que pagar por disponer de un encéfalo grande y complejo.
Lee más en “Metabolic hypothesis for human altriciality” y “El difícil trance del parto humano“
Artículos relacionados







Lo del dilema obstétrico es un mito sin base cientifica(que lo ponen como absoluto). Hay gestaciones que son más cortas que la humana con lo cual no tiene sentido que esté sin desarrollar. Y si hablamos de la altricialidad humana, hay especies que nos superan como el conejo o la rata. En cuanto a la dificultad del parto, la hiena moteada es el caso más extremo por sus genitales masculinizados. Y en potros tienen una talla 1/10 con la madre en comparación a 1/25 del humano. Ahora con todo esto no digo que no haya complicaciones obstétricas en humanos. Por ejemplo la placenta es discoidal(consume mucha sangre) esto sumado al gasto metabólico requiere una preparación endometrial cada mes(si si, por esto la tenemos la regla y muchas no simpatiza con ella). Y hay más riesgo de hemorragia postparto, en otras especies se rompe el cordón y no pasa nada. También otra dificultad son los traumas y desgarros perineales ya que al ser bípedos el periné cubre la vagina, además el canal del parto es más estrecho e inclinado. Por otra parte lo que más complica el parto es la postura acostada boca arriba, eso sumado a la inclinación hacia delante de la vagina, otros animales no pueden acostarse de espaldas y se abre la vagina hacia atrás. Por otra parte una mujer puede dar a luz en el agua sin que se ahogue el bebé debido a su placenta y sin que Le entre agua dentro del útero. Y no hay intercambio con las heces como en otras hembras. Y si hablamos de fertilidad, la mujer es fértil todos los meses pero sufre muchos abortos espontaneos(muchos confundidos con la regla). Puede ovular con independencia del sexo, necesita el orgasmo y estar acostada, y necesita penetracion para que pueda embarazar se debido a la ubicación de la vagina. Que está cerrada. Aunque llega a la menopausia más pronto. Y pierde fertilidad con los años por la calidad de los óvulos. Embarazo único. Un puerperio y lactancia muy largos(aunque puede embarazar se tras el parto pero no durante el embarazo). Y en cuanto a la supervivencia de la cría, la humana es la que más sobrevive incluso en condiciones más desfavorables(13% en comparación a 50% en animales en mejor de los casos). Además hay animales que requieren ponerse en pie para poderse amamantar. O son presas fáciles. En casi todos los mamíferos es Xx o Xy el sexo. Como el esperma Y es más rápido y el X más resistente. Los días más fértiles de la mujer, por su anatomia y quimica(ph) y condiciones tendrían hijos varones, y por disponer de hombres fácilmente. Este podría ser el motivo por el que el humano tiene sexo todo el año. Ya que tener día si y día no aumenta las posibilidades de tener una niña.
Tu comentario trata de argüir que el parto humano no es tan complicado y que la altricialidad humana no es tal, pero lo hace con argumentos flojos y con datos inexactos.
Por ejemplo, desde el mismo comienzo dices “Hay gestaciones que son más cortas que la humana con lo cual no tiene sentido que esté sin desarrollar. Y si hablamos de la altricialidad humana, hay especies que nos superan como el conejo o la rata”.
La duración de la gestación no es sinónimo de altricialidad. El conejo y la rata son altriciales pero la duración de esta ” indefensión postnatal” es infinitamente menor. Un ratón a los 21 días se vale por sí mismo, un humano necesita años.
Te recomiendo que eches un ojo a las lecturas recomendadas.
Saludos.